LA MARCHA FERROVIARIA por Lisardo Pollán
“Paso a paso se llega lejos” es
la crónica realizada por Lisardo Pollan sobre la XVII MARCHA FERROVIARIA.
Sensaciones, recuerdos y experiencias que nos descubren desde el punto de vista
del participante lo que representa esta actividad. Una marcha que comienza en Denia y termina en Alicante, después de caminar sin descanso más de 100 kilómetros.
“Paso a paso se llega lejos”
Institucionalizándose como un
clásico, año tras año y uno más después de muchos ya, se realizó la XVII Marcha
Ferroviaria Denia-Alicante “La Ferminera” que así se le podría denominar a esta
ruta senderista que organiza Fermín Moreno, un trabajador que lo fue, de la
empresa ferroviaria FGV y aunque ya está jubilado sigue al frente de esta
atractiva pero dura prueba de resistencia no competitiva, sigue trabajando en
la organización casi como único elemento, (bueno único no, porque implica
también a toda su familia cuando llega este día del evento), busca apoyo en el
propia FGV, ayuntamientos por donde transcurre el recorrido, cafeterías en el
camino y cualquier otra empresa que pueda aportar su desinteresada colaboración
en mayor o menor medida, esforzándose para que sea lo más económica y atractiva
posible para los participantes.
Grupo de Salida |
Esta edición contó con más
elementos extremos que la han hecho más dura que la propia ruta de 105 kms. de
una sola etapa, sino también la lluvia que nos acompaño en un buen trayecto del
día.
Salimos a las 21:30h del viernes
día 26 de abril (fecha que varía, puesto que se celebra entre los meses de
abril y mayo, coincidiendo en fin de semana de primavera con luna llena) desde
la estación de Denia 36 andarines, gentes de diferentes edades que previamente
hemos accedido en el tren desde Alicante. En esta ocasión se ha limitado la
participación reduciendo el número. Llegando a ser en alguna ocasión hasta 400.
Con mochila a la espalda, llevando lo
indispensable para afrontar la noche y el día siguiente, con linternas en la
frente, con bastones algunos y buena predisposición, nos dispusimos a emprender
la marcha impacientes por llegar ya casi antes de salir, a sabiendas de lo que
nos quedaba por recorrer por calles, caminos y senderos con diferente firme y
esperando la lluvia que nos amenazaba, según todas las previsiones, aunque nos
respeto la noche, ¡menos mal!.
Viajamos en el TRAM a Denia para comenzar a caminar |
Marchando por las calles de
Denia, con un ritmo vivo y armonioso nos dirigimos entre casas de campo y
ladridos de perros hacia el término municipal de Gata de Gorgos, pueblo en el
que siempre nos ha recibido en todas las ediciones, pese a ser de noche,
gentilmente la alcaldesa junto un grupo de amigos, invitándonos a mistela y
bizcocho u otro dulce riquísimo del lugar (este año la alcaldesa no ha podido
estar, pero la representación municipal y las viandas no han faltado. Por parte
de Fermín, le hace entrega de un obsequio por tal detalle, así como también a
la viuda de Javier Mulet “Mico”, persona fallecida el año pasado y muy querida
por todos, que al principio de la idea de establecer esta marcha, ayudó a la
organización, buscando el trazado de la ruta alternativa a la carretera 332,
colaborando de forma desinteresada, guiando al grupo hasta el último año con su
vehículo, abriendo el paso e iluminando el camino hasta el mismo Mascarat.
Siempre le estaremos agradecidos de su altruismo y simpatía.
Continuando la marcha por tierras de Benissa y
Calpe, sin adentrarnos en ninguna población hasta Altea, cruzando el Mascarat
(que da nombre a la agrupación de senderistas que de diferentes localidades
realizan salidas organizadas durante todo el año y que apoyan, en gran medida,
esta marcha), por caminos embarrados, resbaladizos y con grandes pendientes
llegando a la carretera nacional, aún con la oscuridad de la noche, transitando
por el arcén cruzando el túnel, portando chalecos reflectantes y los frontales
encendidos para ser vistos por los pocos vehículos que a esa hora circulan.
Llegamos a una urbanización, justo enfrente de la iglesia ortodoxa, por donde
nos adentramos a la playa, siguiendo por ella hasta la misma estación de Altea,
donde nos pudimos sentar un momento para tomarnos un rico chocolate, café o
leche con torrijas y madalenas que tan dulcemente nos sirvieron en el bar de la
estación. Aquí cogieron el tren de regreso 5 andarines, que por lesiones u objetivos marcados ya no
continuaron. Han recorrido 46 Kms. y por la noche.
Por las calles de Altea, entre
naranjos con olor a azahar y acompañados de la esperada lluvia, seguimos hasta
llegar a Benidorm, donde nos hacemos todos juntos la foto de rigor dentro de la
estación, y cambiándonos rápidamente de la ropa de abrigo de la noche, mojada
del sudor y de la lluvia, a otra más ligera y seca para el día que portábamos
cada uno en la mochila.
Bordeando la población nos
dirigimos a la cala de Finestrat, para continuar por senderos entre pinos,
viendo desde lo alto la bonita playa del Conil y divisando desde allí al norte
el peñón de Ifach y al sur el cabo de las Huertas. Bajamos por el sendero a la
playa de Torres y llegamos a Villajoyosa por el puerto marítimo, aproximándonos
a la deseada parada que todos los años hacemos en la cafetería Brisa donde nos
esperan, ofreciéndonos variedades de aperitivos y bebidas hasta saciarnos,
calmándonos el hambre y la sed que ya nos embargaba. En este lugar, en la
cafetería Brisa, Fermín le hace entrega de un ramo de flores a su dueña, por su
generosidad tan desinteresada que nos viene ofreciendo año tras año,
agradeciéndoselo y deseando que así lo siga pudiendo hacer durante muchos años
más.
Siempre hay un momento para disfrutar del paisaje. |
Hasta el apeadero de el Paraiso seguimos por el arcén de la calzada, envueltos en chubasqueros resguardándonos de la lluvia que vuelve por la tarde de 3 a 5, que para evitar en lo posible, los caminos de tierra que nos esperan sabiendo del barrizal que encontraremos, decidimos coger el tren hasta Venta Lanuza recortándole al camino 6 Kms.
Por las aceras de las calles que
acceden a las singulares edificaciones, construidas de diferentes
arquitecturas, mostrando opulencia, nos encontramos en la Coveta Fumá, hasta
llegar al Campello, continuando cruzando el puente del rio Seco, aunque esta vez
llevaba bastante agua recogiendo las lluvias caídas recientemente, y por el
largo paseo de la playa de Muchavista y de San Juan seguimos adelante para
pasar junto a los campos de golf y salir a la Albufereta, que por la carretera
de la cantera, nos adentramos en la capital, viendo a lo lejos el objetivo
final de llegada, la estación de Alicante del “trenet” (FGV) situada en la
playa del Cocó.
Sobre las 7 de la tarde del
sábado 27 de abril llegamos 20 personas, 4 mujeres y 16 hombres culminando un
objetivo, y donde nos esperaban algunos familiares y amigos para hacernos
sentir como héroes que han logrado una hazaña, dejando a un lado el cansancio,
las molestias musculares, las rozaduras en los pies, las espaldas sudadas de
portar el equipaje, el sueño acumulado…, para sentarnos un roto más tranquilos
ya, sin tantas prisas y en torno a una mesa compartida, tomándonos unos
sabrosos pinchos en la terraza del bar de la estación que gentilmente nos
sirvieron, con la posibilidad también, de recibir un masaje corporal, aliviando
las cargas y tensiones musculares, facilitándonos la recuperación de tanto
esfuerzo acumulado. El cansancio de la mente se nos ha aliviado al día
siguiente al despertar, olvidándonos de tantos momentos, duros, de
arrepentimientos que nos embargaba cuando sufríamos con el cansancio y las
inclemencias meteorológicas, pero que en definitiva quedándonos en el recuerdo con el placer del
silencio de la noche captando sonidos ocultos, la meditación de cada uno, las
conversaciones interesantes con alguno de los compañeros, el agradecimiento a
la gratitud de los que nos ofrecen su apoyo a lo largo del camino,
haciéndonoslo más cómodo, a los que lo organizan y hacen posible que esto se
lleve a cabo, gracias por hacernos sentir parte de este reto que nos permite
vencer el afán de superación, y nos hace ver de lo que somos capaces de hacer
si nos lo proponemos.
Hasta el año que viene.
Escrito por: Lisardo Pollan
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